Un Dios Insistente

sr-virgine-elkingPor Hermana Virgine Elking
Tengo una hermana quien tiene dos años menor que yo. Aunque estamos lo más cerca de edad, estamos lo más lejos en todo lo demás. A ella le gusta gatos; yo prefiero los perros. A ella le gusta misterios; yo prefiero otras tipos de novelas. Si ella quería ir al cine, yo quería ir al baile. Entonces cuando ella tenía seis años ella declaró, “Yo voy ser una Hermana,” yo sabía de inmediato que yo NUNCA va a ser una Hermana.

En el grado quinto yo he leído todos los libros de Sue Barton y Cherry Ames sobre enfermeras y yo sabía exactamente lo que voy hacer. Yo voy a ser una enfermera, casarme con un hombre bien hermoso alto y moreno y tener cinco hijos, nombrados Jim, Jack, Joe, Bob y Bill.

Durante el grado octavo, Hermana Marie Billiart nos dijo que rezaba cada día, “Enséñame, O Dios, para hacer Su voluntad, porque Tu es mi Dios.” Pero adentro yo añadió, ”No lo atrevo querer que ser una monjita porque yo quiero ser una enfermera.”

Al terminar el grado octavo, la Hermana maestra me animó entrar la escuela preparatoria/secundaria de Notre Dame en Reading, Ohio. Yo respondí enfáticamente, “No. No voy a ser una Hermana. Voy a ser una enfermera.” Ni por nada puedan cambiar mi idea.

En aquel tiempo en la Iglesia Católica, dedicaron una práctica religiosa a cada mes. Durante el mes de Marzo rezamos para vocaciones religiosas y tuvimos que escuchar “trillones” de charlas sobre las vocaciones. Cuando yo era en segundo año de secundaria y después de escuchar tantas, yo dije a la maestra de sala, “Estoy cansada de escuchar estas charlas vocacionales. No voy a ninguna más.” “Está bien,” ella me aseguró. “No vamos a tener más.”

Ya nada más de esto!! El día 31 de Marzo la directora de la escuela anuncio, “Todas las muchachas regresan a sus salas de clase y luego va al auditorio. Dos misioneras Glenmary están aquí para darnos una charla vocacional.” Fui rápido al escritorio de Hermana Rosanne y dije, “Yo no voy porque me dijiste que no tengo que irme.” Ella respondió, “Bien, tiene que ir porque no puedo dejarte aquí sola.”

Yo sabía que no debo discutir. Me digo a mi mismo, “Voy a sentarme y dormir.” Y eso es que yo hice exactamente. En seguida de sentarme, yo cerré los ojos y me quede dormida.

“Usted, allá atrás, despiértese! Usted tiene una vocación.” Sorprendida de mi siesta, salté y grité con una voz fuerte, declarando, “No, no la tengo!” Todas las muchachas en mi rededor rieron. Luego di cuenta y estaba muy avergonzado. Yo quería esconderme baja el siento pero no cabía, y entonces tuve que bajarme lo más que era posible.

La voz fuertísima continuo,” No la muchacha en frente de usted, ni la muchacha a su lado, ni la muchacha atrás de usted. Usted tiene la vocación religiosa.” Miré a la muchacha frente de mí y sacudió mi cabeza. Di un vistazo a las dos a mis dos lados. No, ellas tampoco. Doble mi cabeza para ver quien estaba atrás de mí. Para segura, no ella tampoco. Pero, yo tampoco. Punto.

No escuché ni una palabra más de Padre Howard o Hermana Mary Catherine. Todo lo que escuche era un ruido en mi cabeza repitiendo, “Tu tienes una vocación religiosa.”

Trate de quitarlo de mi mente pero de vez en cuando durante los próximos dos años, esta frase siguió acosijándome, “Tú tienes una vocación,” y cada vez, respondí, “’No, no la tengo!”

Cuando estaba terminando mi último año de la escuela secundaria, mi familia y amigos me preguntaron, “Que va hacer después de graduarse?” Yo respondía, “Voy a la escuela de enfermería en St. Elizabeth,” pero mi respuesta fue muy débil y no con mucha decisión.

Entonces una tarde caminando hacia la casa, yo paré en la iglesia parroquial para hacer una visita. “Dios,” yo rogaba, “ayúdame resolver esta pregunta una vez para todo. Verdaderamente no quiero ir al convento. Yo quiero ser enfermera, casarme, tener cinco hijos. Ya Tu sabes.”

Aunque yo me arrodillé antes del altar de la Virgen Maria, no miré a la estatua. En lugar siguió mirando al Crucifico que estaba puesto en el Altar bajo los pies de ella. Lo más tiempo que yo senté, lo más que di cuenta que Dios me ama y que ha enviado a Jesús para morir para mí. “Dios, yo nunca puedo amarte tanto. ¿Que puedo hacer para mostrarte que en verdad yo te ama?”,

Yo bajé mi cabeza y pusé mis manos sobre mis oídos. Esto no hizo ninguna diferencia. Escuché la respuesta en mi corazón, “Sea una Hermana y ayúdame con mi trabajo.”

Yo era tan obstinada como Dios era insistente. “Maria, ayúdame salir este lio. Mira, voy hacer una apuesta contigo. Si estoy lista entrar el convento, asegúrame que voy a ser elegido presidente de la Sodality. Además voy hacer una novena para mostrarte mi sinceridad. Si estoy elegida, prometo que entra el convento para ver que siendo una Hermana es para mí.”

Estaba salvada y ya lo sabía. Van elegir a Barbara el Presidente de la Sodality. Las muchachas han platicada sobre este detalle. Ya pasó, yo hice la novena y Barbara fue elegida presidenta.

“Qué bueno,” Yo suspiré con alivio. Ahora puedo hacer los planes para entrar la escuela de enfermeras.

“Mary Catherine, Padre Bill quiere verte en la rectoría,” mi madre me informó. Vivimos atrás de la rectoría y por eso fui de inmediato.

Estaba pálida y pensaba que voy a desmayarme. Padre me hablo, “Mary Catherine, Barbara no quiere ser la presidenta de la Sodality. Esta demasiado envuelta en otros proyectos. Entonces Usted ya está la presidenta de la Sodality. ¡Felicitaciones! ¿Está bien?”

“No, creo que voy a desmayarme.” Explique lo que ha ocurrido – como yo hice un trato con Dios y la Virgen Maria.

El no tenía ninguna compasión para mí. En verdad, se reía. “Bien, nos parece que Dios tiene un buen sentido de humor, ¿no crees? Bien, mejor que empieza hacer los arreglos. Si hay algo en que puedo ayudar, me avisa.”

En la reunión familiar del verano, mis parientes estaban haciendo apuestas de cuánto tiempo me quedaría. La mayoría estaba en acuerdo que no quedaría más que una semana. Tío Farry tuvo un poco más fe en me y me dio dos semanas.

“Bien, voy a mostrarlos. Voy a quedarme por lo menos tres semanas aun me mata.”

Ya pasó 58 años. Estos años estaban llenos de muchas bendiciones y gracias. Para 32 años estaba enseñando, años de tocar las vidas de las personas jóvenes y formándolos como buenas cristianas. Otros 15 años yo serví como capellana. Estos fueron los años más felices y con mayor satisfacción en mi vida. Imagínense de estar al lado de la cama de más que 350 moribundos.

No dejé que Dios sale de su truco, entonces me quejó, “Que voy a recibir para entregar mi familia y amigos, mis sueños de ser una enfermera, a casarme y tener cinco hijos?” Su respuesta está en el Evangelio de Mateo, “Los que dejen su madre o padre para mí, recibirán cien veces más y también recibirán la vida eterna.” ¿Sabe qué? Descubrí que Jesús no sabe bien el matemática. Yo he recibida un céntuplo muchas veces en mi vida. Como para los hijos, he tenido cienes y cienes de niños, no solos a JIm, Jack, Joe, Bob and Bill, pero Tom, Peter, Fred, Sean, Doug, y niñas también, Susie, Jackie, Mary, Kathy, Luz, etc.

Para concluir, estoy contenta que Dios era insistente!

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