Por Hermana Maryann Bremke
Mucho antes que yo sabía lo que significa las letras, estaba inmergida en el mundo CPPS. Tres generaciones de mis antepasados vivieron en los sombras del Seminario St. Charles y el Convento de Maria Stein. Nosotros, las familias Fortkamp y Bremke respiraron el aire de la Preciosa Sangre. Era una parte integral de nuestras vidas cotidianas.
Los Misioneros de la Preciosa Sangre fueron los pastores de la Parroquia Inmaculada Concepción y las Hermanas de la Preciosa Sangre enseñaron en los 12 grados de la escuela. El mensaje constante del amor redentor de Jesús nos marcó si estábamos afortunadas por ser beneficiados de su dedicación. La estatua gigante de San Gaspar en el santuario de la Iglesia apuntó al crucifico gigante, y cada década del rosario en familia fue introducido por las palabras, “Alabado y bendita sea el Sagrado Corazón y la Preciosa Sangre de Jesús en lo más santo sacramento del altar.” Mi mundo era el color de CPPS.
Más o menos cuando yo estaba en el segundo grado empecé de pensar que talvez deseaba ser una Hermana religiosa y para mí, hubo solamente un tipo de Hermana en mi mundo juvenil. Yo sería una Hermana con un largo vestido negro con un cinturón rojo! Yo dedique muchas horas después de las horas de clase, en los días libres y hasta los sábados ayudando mi maestra, Hermana Protasia Schneider, en la preparación de la sala de clase para sus alumnos. Yo sabía que un día yo haría lo mismo como ella. Hermana Protasia me recordaba que mi propio papa estaba en su sala de clase hacia 25 años. Yo tenía que vivir la misma calidad de bondad como él y la Hermana me inspiró emular esta bondad. A los siete años, estaba emergida en el mundo CPPS pero inconsciente de como CPPS diseñaría mi vida futura.
De mi punta de ventaja de haber vivido como una Hermana de la Preciosa Sangre para más que 55 años, la CPPS me ha dada una dimensión profunda, escondida en mi niñez. El corazón de lo significa es todavía el amor redentor, pero ya está más claro después de vivir los votos, en comunidad y la misión. Diariamente me llama de ser una presencia vivificante en el ministerio a los necesitados. Me desafío vivir el carisma de Madre Brunner hoy en día. CPPS es mi firma personal y al vivir como un miembro comprometido de la Congregatio Pretiosissimi Sanguinis. Mi mundo es todavía y siempre será el color de CPPS.